martes, 11 de septiembre de 2012

Dar la espalda a la espalda

Parece que nos acordamos de nuesta espalda solo cuando nos duele. Aún así, a menudo tiene que dolernos mucho para que le hagamos caso.
No es de extrañar: el dorso es el área menos sensible de nuestro cuerpo; justamente por eso, cuando grita para llamarnos la atención, sería mejor prestársela.
La mejor definición sobre dolor que he encontrado hasta ahora es: "el dolor nos dice que estamos haciendo algo de una forma que ya no funciona para nosotros".  El dolor es la mejor manera en la que el cuerpo nos informa que algo no va, y nos pide respuestas.  
La respuesta habitual hoy en día es tomar un analgésico, por lo general un antinflamatorio. Que, afortunadamente y a la vez lamentablemente, suele funcionar.
Con esto, tratamos el síntoma, sin cambiar nada de lo que ha llevado nuestro cuerpo a enviarnos una señal de alarma: como si una madre, cuando su bebé llora a grito pelado, se pusiera tapones en los oídos. Puede ser una solución del problema, pero seguramente no es la mejor.

Tiro la piedra y escondo la mano, solo por hoy: os dejo un pequeño tiempo de reflexión, antes de proponeros ideas y estratégias "alternativas".